La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

viernes, 8 de noviembre de 2013

Hechicera

A las afueras del pueblo vivía una anciana a la que gustaba mucho tejer. La gente decía que se trataba de una araña encerrada en el cuerpo de una mujer. Lo que todos desconocían era que conjuraba sus miedos tejiendo, pues en sus más tenebrosas pesadillas veía a su pueblo fantasma en el fondo del mar. Por eso, cada vez que el cielo se nublaba, la anciana comenzaba a tejer con estambre de pelos de gato una enorme red con la que protegía a su pueblo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Hasta mañana


En medio de la noche oscura, el joven cuento no sabe si ser un zombie que sale de su tumba o ser el fantasma de un castillo medieval en ruinas. La pequeña lectora, que se muere de sueño, le da un beso tronado en la frente y mejor se va a dormir.


jueves, 22 de agosto de 2013

sábado, 13 de julio de 2013

El taller de Maca (II): Una canica especial

Conocí a Maca el día que mi canica de la suerte cayó en una coladera.
—¡Imposible dejarla ahí! —me dijo un hombrecito que en ese momento pasaba por el lugar—. Sé de muy buena fuente que si no la recuperas, la mala suerte caerá sobre ti. No querrás que eso suceda.
Debía ser otro adulto que no recordaba que alguna vez fue niño. Pensé que trataba de asustarme y no le di importancia a sus palabras. No así a la pérdida de mi canica. Se preguntarán qué de importante puede tener una canica, que hay cientos, quizá miles como aquella. Y tienen razón, pero cuando uno se acostumbra a tirar con una canica, no la dejas hasta que se estrella o se hace pedacitos. Solo entonces le dices adiós y escoges otra.
—Intenta sacarla con ésto —me dijo el hombrecillo, ofreciéndome una cucharilla larga larga, que quien sabe de dónde sacó.
Cuando mi canica de la suerte estuvo fuera de la coladera, di las gracias al extraño y eché a correr en dirección a la escuela, pues la campana ya estaba llamando a formación.

Después sabría que aquel señor se llamaba Maca y que tenía un local en el portal que está frente al jardín. Un taller de reparación de mentiras.

lunes, 24 de junio de 2013

El taller de Maca (I)

I

Maca tiene un taller especializado en reparar mentiras. Cuando a un mentiroso se le descompone su mentira favorita, la lleva donde Maca.
—A ver, deja que le eche un ojo… —dice Maca, revisándola con cuidado.
A veces, la mentira solo necesita mantenimiento; otras, ya está vieja y gastada e, irremediablemente, debe ser sustituida por una nueva mentira.
Desde luego, el mentiroso se resiste a creer que aquello sea verdad; cree que Maca trata de engañarlo.

Al final se convence y sale del lugar feliz con su mentira de mentiras.



Federico Sequeiro: Hombre y reloj.

jueves, 30 de mayo de 2013

Dulce mirada

Mi prima Tonia tiene un gato negro de mirada empalagosa que se pega en las manos y luego no hay cómo quitarla.
—No sé de dónde sacó mirar así las manos —decía Tonia a manera de disculpa. Luego agregaba en voz baja que, si uno lo consiente y lo pide con cariño, el gato puede cambiar  el sabor de su mirada tantas veces como quiera.
A mí me gusta que me vea con sabor a chirimoya, higo o sandía.
En muy poco tiempo, el gato se ha puesto de moda entre los chicos de la cuadra: no pasa una tarde en que no vaya alguien solo en grupo a visitarlo.
Aunque se siente raro andar chupándose los dedos de las manos, saben rico. 

Imagen tomada de la red.

sábado, 11 de mayo de 2013

El mago de los cuentos (1)



Papá no estaba ahí esa noche para dormirla con un cuento. Se sonrió maliciosa: lo había visto guardarlos debajo de la almohada.

Imagen tomada de la red.

martes, 30 de abril de 2013

Caminito de la escuela



Dedicado a todos los niños en su día,
en especial a Gabriel García y Fabián Ortiz, 
que nunca patearon un balón; 
pero sobre todo a las niñas 
que les gusta el futbol.


Un estruendo de vidrios rotos levanta a la mujer del sillón y la conduce hasta la ventana que da al jardín. Del otro lado de la verja, no hay nadie. Tembloroso entre las cortinas y fragmentos de vidrio, un viejo balón de fútbol trata de pasar desapercibido.
            —¡Por Dios! ¡Mira nada más lo qué has hecho! —espeta la mujer, levantándolo del piso y mirándolo a la cara.
            El balón —acostumbrado a una vida de patadas— se estremece entre las manos de la furibunda mujer. Quisiera disculparse y decirle que, si se ven las cosas con serena imparcialidad, él es el menos culpable de tan bochornoso incidente. Que pudo haberse ponchado y ¡adiós juegos! Además, que en todo caso, esto debería charlarlo con el Chueco García Ortiz, un chiquillo poseedor de dos magníficos pies izquierdos, y aconsejarlo, porque de seguir así, seguramente nunca llegará a la selección  de fútbol. Quizás a ella sí la escuche...
      La mujer, que no está de ánimo para interpretar el pensamiento de un balón rompe vidrios, se guarda su enojo y de una tremenda patada envía al intruso de vuelta a la calle.

viernes, 26 de abril de 2013

El salón de clases


—El salón está embrujado —dijo Nidia en voz alta.
El tiempo se detuvo de golpe en el reloj. La maestra Rosa suspendió su mano frente a la pizarra, el gis entre los dedos, como si alguien hubiera gritado con todas sus fuerzas: ¡Arriba las manos! ¡Este es un asalto!
A Marco, que ensayaba un nuevo prototipo de barco de papel, se le acabaron las ideas, y dejó su proyecto para más tarde. Lula agitó las manos, como si fuera un pajarillo presto para el vuelo. Solo las gemelas Romo, sincronizadas en su tiempo personal, no se dieron cuenta de nada.
—¿Por qué lo dices? —dijo al fin la maestra Rosa, bajando la mano y depositando el gis en la pestaña del pizarrón.
—Porque apenas pongo un paso aquí, me da mucho, mucho sueño —aclaró Nidia a punto de perderse entre un par de bostezos.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El sueño de Peter, de Eduardo Núñez Ortiz



Eduardo Núñez Ortiz

Estaba la familia de Peter reunida en el comedor, platicando sobre acontecimientos ocurridos durante la semana. En eso, Peter oyó ruidos extraños en el sótano; bajó y vio una sombra.  Se dijo:
—No puede ser de una persona, más bien es como de un perro.
Se asustó y salió corriendo en dirección al comedor.
Fernando, el mayordomo, se interpuso en su camino, y le dijo:
—No comentes nada de lo que acaba de ocurrir en el sótano.
Peter le respondió:
—¿Y  tú cómo sabes lo que pasó en el sotano?
—Uhhmmm, este… disculpa… Tengo que ir a preparar la cena.
Peter se quedó intrigado, preguntándose por qué actuaría tan extraño.
Peter continuó cenando, aunque un poco pensativo. Al verlo así, su hermano Arnold le preguntó:
—¿Qué te pasa, Peter?
Él continuó hundido en sus sueños sin percatarse de la pregunta de su hermano.
—¡Peter! ¿Qué no me escuchas?
—Ehhmm… No me siento muy bien, me voy a dormir —y dejó su plato servido sin haber probado un solo bocado.
Los demás miembros de la familia terminaron de cenar y se retiraron a dormir.
Peter ya en su habitación, cayó en un sueño profundo. Mientras se adentra en un bosque desconocido, con niebla muy densa y muy poca visibilidad, observa entre la bruma una figura.
—¿Es humano o animal? —se dice.
Peter se quedó inmóvil, quería moverse pero era inútil: algo lo ataba al piso; intentaba gritar, pero su voz se quedó atrapada en su garganta. La extraña silueta se acercaba cada vez más y más hacia él. Transcurrió un largo tiempo y empezaron a destellar los primeros rayos del sol, la silueta se fue transformando hasta quedar totalmente humana. Por más que Peter intentaba ver su rostro, no podía.
El toc toc en la puerta de su habitación lo despertó. Era Fernando, el mayordomo. Peter vio que su silueta era igual a la de su sueño. Al observar su rostro pálido y demacrado, Peter sintió que un escalofrió recorría todo su cuerpo.
—Peter: te esperan en el comedor —dijo Fernando.
Todo transcurrió en completa normalidad durante la mañana. Por la tarde planearon un recorrido por el bosque. Peter observaba a su alrededor más que sorprendido: el lugar le parecía familiar. Mientras Fernando —que lo observaba sin perder detalle— se acercó a él sin hacer ruido y, tocando el hombro de Peter, a la vez que le decía:
—¿Reconoces el lugar?
Peter, en su mente, se hacía esta misma pregunta una y mil veces: fue realidad o solo fue un sueño.

 FIN

martes, 19 de febrero de 2013

Cuentos



—¿Quieres que te cuente un cuento? —dijo la araña.
—Sí —respondió emocionado el elefante.
Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña
—Ese no, porque le tengo miedo a las alturas —dijo el elefante.

Imagen tomada de la red.

martes, 5 de febrero de 2013

Visitante nocturno



El frío de la noche azota los tejados; montañista de ocho patas, Alacrán camina por las paredes oscuras de la casa. De pronto pierde el equilibrio y cae, y corre a refugiarse al interior acolchonado de una chamarra o junto al último calor que deja el pie en el zapato. Amante  silencio y desconfiado, espera con ojos curiosos el paso de la noche.

Imaqen tomada de la red.


sábado, 5 de enero de 2013

Cita textual




—Pensé que no vendrías —dijo el libro y abrió sus páginas para mí.

Imagen tomada de la red.

El pingüino rojo en el mundo