La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

lunes, 26 de septiembre de 2011

XVI (Canción de cuna)*

 
XVI (Canción de cuna)
 
Duerme, pequeña mía,
que el coco no viene
esta noche;

Duerme y sueña
que hoy vaga por remotos campos
y juega con extraños duendes;

Deja que tus alas
se desplieguen:
el sol no quemará su cera...

Duerme, pequeña
que mañana habrá otro sueño
y para ti nuevos juegos.

*De: Poemas para bellas durmientes, del libro Réplica de viaje, poemario (2006), Lagarta azul.
Imagen tomada de la red.

sábado, 10 de septiembre de 2011

La casa abandonada (I)


Dicen que en una casa abandonada, a las afueras del pueblo, habita un fantasma. Hace tiempo traté de convencer a mis amigos para que desentrañáramos el misterio, pero se acobardaron: dijeron que ya no estaban en edad de andar buscando aventuras. “Bastante cruel es la realidad que se vive a diario como para buscarle nuevos agujeros al mundo”. El comentario de me recordó aquella película (Bandidos del tiempo) donde unos enanitos roban a Dios los planos del universo y, aprovechando los defectos de creación, van de época en época, perseguidos por el Creador.

Ya me decidí: esta noche voy a visitar la casa abandonada. La historia que cuentan ―que valiente que entra en ella desaparece― nomás no me la creo. A ver qué cara ponen mañana cuando sepan por mí que en este pueblo no hay fantasmas.

Imagen de Álvaro Sánchez Montañez: INDOOR DESERT 

El pingüino rojo en el mundo