La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Un mal negocio



 

―¡Es mía! ―dijo el ratón.

Raquelina exigió el pago correspondiente.

―No tengo dinero. Hace mucho que este trabajo no es negocio ―dijo el animalito y echó a correr con todo y muela.

Al verlo perderse en la distancia, Raquelina sintió más grande el hueco que la muela había dejado en su corazón.

Imagen tomada de la red.

martes, 18 de septiembre de 2012

Muñeco de sal


 
Él era un muñeco de sal.

Cuando nació, su madre le dijo:

            ¾El mar, los ríos, el agua de la lluvia… son muy hermosos, pero debes evitarlos. Si te mojas, te deshaces.

            El muñeco abrió sus enormes ojos anaranjados, llenos de espanto.

Un día camina por la calle y ve tirado un pedazo de cielo, lo pisa y el pie desaparece.

Olvidó ponerse sus botas impermeables.


Imagen tomada de la red.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Cuestión de principios


―Yo no cuento historias de princesas o brujas.

La pequeña Ixchel me miró decepcionada. Fue un momento difícil para los dos: yo rencoroso hasta el tuétano; ella una chiquilla que deseaba oír un cuento antes de dormir. Sin dar mi brazo a torcer, comencé a croar:

―Hubo una vez en una hermosa ranita…

Imagen tomada de la red.

El pingüino rojo en el mundo