La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

jueves, 4 de marzo de 2010

(Carlos Montemayor)

Abrimos un paréntesis en nuestra historia para recordar a Carlos Montemayor que nació en Parral, Chihuahua el 13 de junio de 1947 y murió en la Ciudad de México el 28 de febrero de 2010. Fue escritor, poeta, músico, cantante de ópera, políglota, defensor de los pueblos indígenas, ensayista, traductor… Ganó los premios Internacional Juan Rulfo y Xavier Villaurrutia, entre otros. Su novela más conocida es Guerra en el paraíso. De su libro de poesía Abril y otras estaciones tomé para ustedes el siguiente poema.

Dejo abiertas las puertas...

Dejo abiertas las puertas de la casa para que todos mis amigos,
con sus recuerdos y su dicha, con sus amores destruidos y
[persistentes,
lleguen con su risa y sus vasos desde el primer día de mi vida.
Dejo abiertas las puertas de la casa para esperar a mis padres en
medio de mi infancia
Y caminar de la mano con ellos por una mañana.
Dejo abiertas las puertas para que lleguen mis hijos con sus risas
[imborrables,
tropezando en innumerables vidas.
Para que lleguen las mujeres que he amado,
y decirles el tiempo que las esperé,
las tardes que las he comprendido.
Para que el viento inunde la casa, los libros, los muebles, los
[días,
oyendo todo lo que es posible.
Dejo abiertas las puertas de la casa
para estar siempre en el mundo.

Tomado de Abril y otras estaciones [1977-1989], México, Fondo de Cultura Económica.

No hay comentarios:

El pingüino rojo en el mundo