Soy pastor de animales fantásticos. Las
quimeras son mis favoritas, pero cada vez es más difícil hacerse de ellas. La gente,
caprichosa y sin escrúpulos, tiene a todos los seres fantásticos al borde de la
extinción; los pocos que aún quedan se camuflan, es su única manera de poder sobrevivir. Papá, aunque murió joven, dedicó su breve vida a la crianza de
unicornios y pegasos; de mi abuelo aprendió muy pronto los secretos para dar
con las manadas y hacerse de los ejemplares más representativos para preservar
la especie. Yo era un crío cuando ya lo acompañaba en sus correrías por lugares que no revelaré. Recuerdo a papá oculto por horas a la espera
de que las bestias bajaran al abrevadero antes de retornar a los rincones más inhóspitos
del Bosque Secreto. Seguramente se preguntarán cómo es posible que animales de tal
tamaño y cantidad pudieran pasar desapercibidos, y tienen razón. Es instinto de
supervivencia, aunque, para ser sinceros, no les ha servido de mucho. En ese
entonces yo pensaba lo mismo, y así se lo hice saber papá la vez que lo
acompañé en busca de una sirena alada. Se estaba haciendo tarde y me sentía
cansado y hambriento, pero sobre todo fastidiado, aburrido. No supe en qué
momento me quedé dormido. Entre mis breves lapsos de lucidez me reconvenía y me
repetía que nunca más volvería a acompañarlo.
Aquí podrás leer poemas, cuentos y otros textos que José Manuel Ortiz Soto ha escrito para niños de 0 a 100 años o más.
La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates
LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO
Dedicatoria
Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!
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