La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

sábado, 16 de junio de 2012

Elisa y los globos acróbatas



Van para Elisa estos globos fantásticos

Elisa infló un globo morado, que rápidamente tomó forma de trapecista de circo. Lo soltó y el globo fue dando piruetas por el aire, hasta quedar colgado del techo, junto a otros globos que ya estaban ahí.

―¡Ahora uno amarillo! ―se dijo Elisa.

El globo amarillo, en lugar de subir, prefería rebotar y rodar por el piso. Era una pelota de futbol.

―Umm ―murmuraba Elisa, desconcertada.

Desde el techo, un globo verde pulpo le hizo señas. Elisa movió la cabeza afirmativamente.

―¿Prefieres que juguemos al futbol?

El globo amarillo pelota dijo que sí. Elisa dio unos pasos atrás, se encarreró y ¡zaz!, le dio una patada tan fuerte que la pelota rebotó contra la mesa, fue a dar a la ventana y de ahí salió por los aires... El globo verde pulpo, que era un excelente portero, levantó los tentáculos y la atrapó al vuelo.

―Ahora quiero uno azul. ―Elisa pensaba ya en una ballena.

sábado, 2 de junio de 2012

El elefangrillo

Ni cigarra ni chapulín gigante. Oculto entre la maleza del jardín ―su aliada incondicional―, el elefangrillo se sienta sobre sus dos cuartos traseros, desenrolla su larga trompa y la fricciona contra sus orejas. De pronto, la noche se puebla de ese sonido tan particular al que los fantasiólogos llaman barrigrillar.


Imagen de María M.: Elephant

El pingüino rojo en el mundo