La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

jueves, 2 de febrero de 2012

Las ocho vidas de un gato de papel (Libro)

BREVE EXPLICACIÓN

Para Ixchel, Abigail, Leo,
Gabriel, Fabrizzio, Edu,
Manolito y nombres
que faltan…

Queridos amigos de 0 a 100 años y alguno que otro colado, la historia que leerán a continuación apareció en mi mente en forma de imágenes antes que en forma de palabras; era como si estuviera viendo una película o un álbum fotográfico. Como no sé dibujar, pedí a mi hija Aranza María que me ayudara.

Así nació Las ocho vidas de un gato de papel, una historia con muy pocas palabras y sí mucho de imaginación colorida, para que los lectores no se sientan abrumados por páginas y páginas sin fin.

Espero que lean y disfruten este microlibro tanto como nosotros,

Manolo.



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