La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

viernes, 29 de enero de 2016

Las Historias de cada quien

Presentación


Un año más de andar por aquí… Y otro libro para festejar a los lectores, que sin ellos estas páginas estarían escritas en blanco. Las Historias de cada quien fueron publicadas en el blog para niños de 0 a 100 años, Un pingüino rojo
—No existen pingüinos rojos, son negros con blanco y medio cafecitos —protesta Chivo.
Los demás niños lo miran, sorprendidos de su sapiencia. Sólo Camano, que gusta de llevarle a todo mundo la contra, manifiesta:
—¿Y qué? En los cuentos todo se vale.
—¡Sí! —dicen unos.
—¡Ah! —dicen otros.
—Pues a mí se me hace muy jalado de los pelos que exista un pingüino rojo, ¡y que viva en el desierto! —se defiende Chivo.
—¡Es verdad! —dicen unos.
—¡Ummm!  —dicen otros.
Y allí está el grupo de amigos dividido en dos bandos: cada uno con un punto de vista, que defienden, olvidando que se reunieron para oír al contador de historias.
—¡Chicos! —interviene Leopold—. ¿No quieren saber qué sigue?
—¡Sí! —gritan todos a coro.
—Bien. Entonces guarden silencio y escuchen el resto de la historia…*

            Nota para los pequeños lectores: en Las Historias de cada quien se vale cambiar el nombre de los personajes y poner el suyo y el de sus amigos. Porque, ¿quién nunca ha soñado tener una aventura como las que, por fortuna, tienen los personajes de los libros? Yo sí, y seguro ustedes también.

México, D. F., 27 de enero de 2016.
*Tomado de El pingüino rojo




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El pingüino rojo en el mundo