La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

viernes, 27 de abril de 2012

Lina

Para los libros, que el 23 de abril fue su día;
para los niños, que lo será el 30.

Lina se sabe una niña inteligente, pero no quiere que otros lo sepan. Conoce a viarios niños que obtienen buenas calificaciones y constantemente son molestados por otros chicos del colegio. Además, se dice, si yo aprendiera las lecciones al primer intento, si la libreta de tareas no llevara borrones, si cuando monto la bici no me fuera de lado… ¿entonces para qué querría tener una mamá y una hermana grande, que todo lo pueden? Aunque, reconoce, también tiene el inconveniente de que a cada rato te estén preguntando:
―Lina, ¿ya te lavaste los dientes?
―Lina, ¿ya hiciste la tarea?
―Lina, ¿ya le diste de comer al gato?
―Lina, ¿ya sacaste el perico al sol?
―Lina, ¿cuántas veces te he dicho que no dejes los juguetes regados por el piso?
Y tantas y tantas cosas que les gusta repetir a los mayores.

Imagen tomada de la red.

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El pingüino rojo en el mundo