Mi prima Tonia tiene un gato negro de mirada
empalagosa que se pega en las manos y luego no hay cómo quitarla.
—No
sé de dónde sacó mirar así las manos —decía Tonia a manera de disculpa. Luego agregaba en voz baja que, si uno lo consiente y lo pide con cariño, el gato
puede cambiar el sabor de su mirada tantas veces como quiera.
A
mí me gusta que me vea con sabor a chirimoya, higo o sandía.
En
muy poco tiempo, el gato se ha puesto de moda entre los chicos de la cuadra: no
pasa una tarde en que no vaya alguien solo en grupo a visitarlo.
Aunque se
siente raro andar chupándose los dedos de las manos, saben rico.
Imagen tomada de la red.
2 comentarios:
Bello cuento, "A mí me gusta que me vea con sabor a chirimoya, higo o sandía" Me encantó Gracias y Felicidades!.
Gracias, Modesto. Va un abrazo.
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