Para Dianita Hernández, y sus rudezas de colegio.
A la hora del recreo se la podía ver al otro lado del patio, tomando notas en una libretita que traía consigo siempre. A su alrededor, como mudos testigos, los pájaros, los árboles, los insectos. Tal comportamiento no podía pasar desapercibido para sus compañeros de colegio, que se preguntaban qué tanto escribía Diana la Rara.
―A lo mejor escribe la vida de los bichos ―dijo Hugo, un chiquillo de sonrisa traviesa; y prometió a su grupo de amigos traer el cuadernillo como trofeo―. Lo voy a descubrir.
A partir de ese momento, la pelota de Hugo, las canicas de Hugo, el trompo de Hugo… se cruzaban en el camino de Diana a toda hora. Si a medio recreo se le antojaba una paleta o una torta, de seguro que detrás de ella estaba Hugo formado. No tardó en correr por la escuela el rumor de que eran novios. Hasta hubo quien afirmó haberlos visto darse un beso, caminar de la mano por la calle o compartir un helado en la tienda de la esquina. Diana se sonrojaba al escucharlo.
Diana levantó la pelota y esperó a que Hugo fuera por ella.
―¿Me devuelves mi pelota? ―extendió las manos para tomarla.
―Sí, ténla ―dijo Diana, pateándola con todas sus fuerzas que rebotó en el pecho de Hugo.
―¿Por qué hiciste eso? ―dijo Hugo sorprendido, al borde de las lágrimas.
―Para que no andes diciendo que soy tu novia.
Cuando estuvo a solas, Diana escribió en su libreta: “¡Pobre Hugo! ¡Le di un pelotazo! Aunque me gusta mucho, tengo miedo que mi mamá se entere y me regañe.”
Imagen tomada de la red.
3 comentarios:
Bien dicen crea fama y échate a dormir.
Genial! Fue un flashback!
D
es muy bueno...
Anónimo: también funciona el "échate a dormir y crea fama".
Un abrazo.
Rosio: que bueno que te gustó,todos pasamos por ahí.
Un abrazo.
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