La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Lagartija de colores*

Después de la lluvia, Lagartija salió al jardín. Necesitaba ponerse en movimiento para entrar en calor.

Un pequeño arcoíris entre los rosales atrajo su atención. Nunca había estado tan cerca de uno y no pudo resistir el deseo de darle una mordida.

—¡Ay! —gritó el arcoíris—. ¿Por qué hiciste eso?

—Ummm, sabes muy rico.

Precavido, arcoíris fue a colgarse de la fuente.

Todavía no terminaba de saborear su bocado y el cuerpo de Lagartija era ya un montón de ronchas de colores.

—Se me hace que a partir de ahora serás conocida como aquella lagartija que comió de un arcoíris —dijo Alejita, que observaba la escena desde la ventana.

*Nota este cuentito fue escrito a partir de una idea de mi sobrina Andrea Alejandra Ortiz Regino, por lo que debe ser considerado escrito por los dos.
Imagen tomada de la red.

2 comentarios:

Ludmila Jiménez Nájera dijo...

Me encantó, tiene la frescura de la mente de los niños.

josé manuel ortiz soto dijo...

La Liuda: Es el encanto de los niños: su fantasía que puede llegar a todos lados.

Un abrazo.

El pingüino rojo en el mundo