Todo el mundo sabe cómo son y de dónde vienen los pingüinos, comenzó a decir nuestro rojo anfitrión. He aquí que un día me encontré extraviado en medio de miles y miles de hermanos. Por circunstancias que entonces no entendía, mamá no aparecía por ninguna parte. Por más que la llamaba para que viniera a mi lado, mi súplica era inútil. No pocas veces me pareció verla en las otras madres que, asustadas, estrechaban a sus críos y me señalaban hacia el resto de la parvada, invitándome a seguir buscando.
Pronto me di cuenta que estaba solo, que aunque todos nos parecíamos en aquel lugar, éramos unos completos extraños. A simple vista yo no veía diferencia entre nosotros, pero al parecer ellos sí. El pico, el color de las plumas, el chillido, la forma de caminar… eran los mismos. Sin que me diera cuenta, parecía que para aquel grupo mi color nunca hubiera sido negro y blanco, como el suyo…
Aún mis antiguos compañeros de juego y aventuras me evitaban.
Imagen tomada de la red.
2 comentarios:
una pregunta que sera lo proximo...
Anónimo, no entendí tu pregunta; pero lo próximo, quiero suponer, es el resto de la historia.
Un abrazo.
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