―¡Parece que se los hubiera tragado la tierra!
Cual si las palabras de Piecillos fueran órdenes, se abrió un hoyo bajo nosotros. Instintivamente me hice bolita y esperé el golpe, que tardaba mucho en llegar.
―Leopold, ¿estás ahí? –escuché en la oscuridad la voz de Piecillos, que caía a mi lado.
―Sí –respondí con el corazón hecho un suspiro.
―¡Ves como tenía razón! –dijo con una emoción que yo no compartía.
Por primera vez desde que comenzamos esta aventura desee estar en casa roncando o soñando, listo a despertarme de un momento a otro. Entonces dimos contra lo que parecía ser el agua fría de una charca.
―Sí, tenías razón –me avergoncé un poco de mis miedos y seguí a Bartolino Piecillos fuera del agua.
2 comentarios:
Hola José Manuel, hasta ahora estoy siguiendo la historia del Pingüino Rojo, esta fabulosa.
Espero que estés muy bien.
Ya voy a entrar al segundo ciclo de la Universidad, con mucho trabajo, espero poder subri algo pronto al Foro de Milenio.
Ya no encontré nada de lo que me pedías sobre la patología en el arte. Ojalá que hayas preparado un buen material.
Un abrazo.
Carmen Aguirre
Carmen, que bueno saber de ti. La búsqueda del pingüino rojo había estado un poco abandonada, pero ya estamos de regreso. Y ahora sí, directo hasta...
Saludos.
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