La música que escucha el pingüino rojo y sus cuates

LA MÚSICA QUE ESCUCHA EL PINGÜINO ROJO

Dedicatoria





Un pingüino rojo está dedicado a mi hermano Javier, porque me regaló mi primer libro y eso no se olvida; para mi mamá Alejandra, que supo desde el principio que tendría que batallar con mi carácter; para mi papá Fabián, al que apenas conocí pero todavía disfruto y quiero; para mamá Kika, que me malcrió (¡y me gustó!); para mi hermano Fabián y mis primos Alejandro, Gabriel y Willy, que nunca me dejaron solo en tantas y tantas travesuras; para mis hermanas Isabel, Berenice, María Elena y Cecy, que me conocen poco pero nos queremos mucho; para Patricia, Aida, Citlali, Alejandra y Gabriel flaco, primos que aceptaron tener un hermano mayor; para mis niñas Olivia, Ireri y Aranza, que aunque no me leen, están orgullosas de mí; para mis sobrinos Rodrigo, Fabiola, Andrea, Alexis, Angie, Andrei (con todo y mamá), Eduardo y Fabrizzio, por el miedo que tenían al "tío de lentes que inyecta y opera"; pero muy especialmente lo dedico a mis pacientitos que, en mi consultorio o en el hospital, me piden que les cuente uno de mis cuentos; y va también para todos aquellos que no se leen (porque ya es mucho rollo), pero saben que aquí están... Bienvenidos, pues y ¡comencemos la aventura! Nota: de última hora, la pequeña Camila Ixchel decidió acompañarnos... Otra nota: ahora se agregó Sofía Valentina y Austin Manuel. ¡Los amamos, campeones!

domingo, 23 de octubre de 2011

Cuatro poemas de A VECES LA RISA*


Para Ireri Alejandra,
con todo el amor
de un padre insoportable.

1

Espera
esperamos
el tiempo es un insecto
que a tientas anda
nuestro cuerpo

murmullo
que sin voz
escarba
nuestros tantos
corazones

tronco
adonde van
tibios los brazos
si parvadas
de aves dulces
son las ramas

porque eres
de mi carne germinada
el sueño en manantiales
prologado


2 Poema para nacimiento

Creces ―árbol―
hacia dentro de la tierra
eres el abrazo
alrededor de nuestro pecho
que nos brinda aliento
el ancla sostenida
al mar de nuestros sueños
y silencios
en cóleras de tiempo

creces
y te amo más bebé
porque te siento
tras la luz
de piel de madre
y respiro de tu húmeda
silueta
porque eres esa sombra
que no cabe
en otro vientre
cuando dice “sí,
papá, mamá,
soy niña”
con sonora voz
de dos patadas
que cimbra la cáscara
de piel que encierra
el tiempo

3

Cautivo de tu voz
ansío el grito de tus manos
         aves pequeñitas
         que pueblan el paisaje
         de mi vida
y oteo a contraluz
la calca de tus gestos
         mitad de oscuridad
         mitad de risa
y un tibio palpitar de amor
es mi retoño

cautivo de tu voz
         de ti
         de todo
         lo que aún
         no existe
me crecen alas
         como días
y absorto en tu mirada
extraigo de mi prisa
un nuevo encanto
          revuelo de palomas
          tibio y claro

          oración
          y canto
          que nunca
          había
          escuchado

4

A veces
eres tú la risa
en nuestros labios

la risa que zarpa
colorida
en nuestros ojos

que salta
de emoción
dentro del pecho
y funde
nuestros miedos

pero también
la risa en paz
de toda risa

aquella que se
vuelve sombra
o aire

y luego
se remienda
con los sueños


*Dedi: no sé si te lo había comentado pero comencé este libro el 3 de agosto 1991, dos meses y veinte días antes antes de que tú nacieras. Estos cuatro poemas, ya lo sabes, están publicados en mi libro Ángeles de barro (2010). Van pues como un regalo público por tus veinte años. Te quiero mucho, negrita.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Lagartija de colores*

Después de la lluvia, Lagartija salió al jardín. Necesitaba ponerse en movimiento para entrar en calor.

Un pequeño arcoíris entre los rosales atrajo su atención. Nunca había estado tan cerca de uno y no pudo resistir el deseo de darle una mordida.

—¡Ay! —gritó el arcoíris—. ¿Por qué hiciste eso?

—Ummm, sabes muy rico.

Precavido, arcoíris fue a colgarse de la fuente.

Todavía no terminaba de saborear su bocado y el cuerpo de Lagartija era ya un montón de ronchas de colores.

—Se me hace que a partir de ahora serás conocida como aquella lagartija que comió de un arcoíris —dijo Alejita, que observaba la escena desde la ventana.

*Nota este cuentito fue escrito a partir de una idea de mi sobrina Andrea Alejandra Ortiz Regino, por lo que debe ser considerado escrito por los dos.
Imagen tomada de la red.

El pingüino rojo en el mundo