―¡Parece que se los hubiera tragado la tierra!
Cual si las palabras de Piecillos fueran órdenes, se abrió un hoyo bajo nosotros. Instintivamente me hice bolita y esperé el golpe, que tardaba mucho en llegar.
―Leopold, ¿estás ahí? –escuché en la oscuridad la voz de Piecillos, que caía a mi lado.
―Sí –respondí con el corazón hecho un suspiro.
―¡Ves como tenía razón! –dijo con una emoción que yo no compartía.
Por primera vez desde que comenzamos esta aventura desee estar en casa roncando o soñando, listo a despertarme de un momento a otro. Entonces dimos contra lo que parecía ser el agua fría de una charca.
―Sí, tenías razón –me avergoncé un poco de mis miedos y seguí a Bartolino Piecillos fuera del agua.